Yo elegí Siete días en el Mundo del Arte, por Sarah Horton. A continuación os adjunto el resumen que saqué del libro, ordenado por capítulos.
“La subasta”, primer capítulo del libro, nos viene narrada por una periodista que trata de describirnos el mundo de las subastas de arte desde Cristie’s, una casa de subastas neoyorkina que junto a otra llamada Sotheby’s, controlan el 98% de las ventas del mercado del arte.
Hay gente que coincide en que es todo una farsa elitista en la que gente rica trata de lucirse, hay quienes puntualizan que es una parte importante del mundo del arte. En lo que todos coinciden es en que, absurdo o no, las subastas se han convertido en una parte fundamental de la carrera de un artista; la valoración del artista como tal va muchas veces, incluso demasiadas diría yo, unidas al éxito que sus obras tengan en las subastas.
Los personajes que se tratan de definir en este capítulo son los galeristas, elementos clave del mundillo del arte.
“La crit”, segundo capítulo, habla del ambiente que hay entre la gente que, cursando segundo año del master en arte, se ve obligada a presentar sus obras ante el resto de la gente de clase para crear una crítica o debate colectivo. Lo que se plantea en este capítulo son las diferentes formas que tienen las escuelas de arte y universidades de crear y formar a los artistas hoy en día: unos se centran más en enseñarles cómo crear, otros dan más importancia al hecho de poder explicarlo y racionalizarlo a la gente…
Además de eso, trata de descubrir qué aprenden los artistas en las escuelas de arte, qué es un artista exactamente, cómo se hace para serlo, o qué debe tener un buen artista. Se llega a la conclusión de que aunque las definiciones son muy amplias, un buen artista siempre tiene que trabajar en serio.
Los personajes que se tratan de definir en este capítulo son los artistas, y cómo llegan a serlo.
“La feria”: en este tercer capítulo del libro, nuestra narradora se nos va a Suiza, a la feria de arte contemporáneo más importante del mundo: Art Basel. Utiliza este escenario para profundizar más en los actos internacionales en los que se han convertido las ferias de arte, y trata de definirnos mejor lo que es un galerista: personas clave en la carrera de un artista, ayudan a dar a éstos últimos a conocer al mundo. Son elementos clave en las transacciones económicas importantes del mundillo, dado que recae en ellos la responsabilidad de exhibir las obras de arte y vendérselas a coleccionistas.
Los personajes importantes de este capítulo son los galeristas.
“El premio”: en este capítulo nuestra periodista se nos va a Inlagetta, a la Tate Britain en Londres, para hablarnos del Premio Turner: premio anual que se otorga a artistas contemporáneos ingleses, menores de 50 años. Se nos señala aquí que “los premios son significantes puntos argumentales: clarifican el valor cultural de un artista, otorgan prestigio y señalan el potencial de grandeza duradera”.
Los premios crean cierta competencia entre artistas, y ésto puede perjudicarles: se supone que deben crear su propio camino; pero si desarrollan la costumbre de mirar a su alrededor pueden perder originalidad, mientras que si se mantienen completamente ajenos a lo que les rodea corren el riesgo de quedar fuera como outsiders.
El estar en el premio hace que los artistas pasen por mucha presión, y muchas veces terminan cuestionándose sus obras y su arte en general. Es una experiencia que siempre les marca, y en cierto modo les ayuda en su carrera artística, ganen o no.
“La revista”: La narradora se planta en Manhattan, en el edificio que alberga la editorial de la que probablemente es la revista más importante del mundo del arte contemporáneo: Artforum. Al igual que pasa con el premio Turner, el aparecer en esta revista puede causar un gran impacto en la vida y carrera de un artista. Además de ello, la revista goza de una reputación de objetividad e imposibilidad de ser “comprada”.
Los personajes principales de este capítulo son los críticos de arte. Tim Griffin los define como “detectives, que miran todo eso y tratan de darle algún sentido. Es cuestión de crear significado en estas cosas del mundo que te rodea, y darle al arte un lugar en que pueda resonar”. Otro crítico, Meter Schjeldhal, tiene una opinión diferente: “el propósito de un crítico de arte es darle a la gente algo que leer”.
Además, también se presentan a los historiadores del arte. Al parecer, la relación entre crítica e historia del arte es bastante circular: algunos críticos recurren a ella para hablar del arte actual, mientras que la crítica trata a su vez de conseguir que el arte del que habla llegue a hacer historia.
Concluye diciendo que la misión de una revista es privilegiar el arte.
“La visita al estudio”: Aquí Sarah nos narra las varias visitas que ella junto a una serie de diferentes personajes hacen a los múltiples estudios y espacios de trabajo que Takashi Murakami utiliza para crear sus obras.
El papel de un galerista en el estudio de su artista se define como “Somos editores y conspiradores. Ayudamos a determinar qué se muestra y cómo se muestra, y ayudaos a poner el arte en proceso de producción”.
El artista (Murakami) cree en la influencia de la cobertura mediática y reconoce que la visita al estudio s un importante ritual del mundo del arte para promocionar obras. El que se puedan apreciar muchas obras, la mayoría de ellas en proceso de ser creadas, despierta un gran interés en el artista y, en cierta manera, el ver cómo trabaja y la ayuda/asistencia que tiene lo “humaniza”.
“La Biennale”: En este séptimo y último capítulo del libro, Sara se va a la Biennale de Venecia, que es “es la mayor congregación mundial de participantes del mundo del arte y sus observadores”. En la Biennale, a diferencia de las ferias de arte, la estructura subyacente es determinada por la identidad nacional y otros temas curatoriales. Se dice que es ''una bienales una gigantesca exhibición que intenta captar el momento artístico global”.
Allí se reúne con personajes muy variados, la mayoría de los cuales ya nos han sido presentados en anteriores capítulos: ganadores del premio Turner, curadores, galeristas, artistas… Los cuales van expresando sus opiniones respecto a la Biennale. Se dicen muchas cosas, desde que “una buena Biennale cristaliza la heterogeneidad” a que ''en el fondo no es una cuestión de (a) calidad de artista ni (b) capacidad de imponerse. Tiene que ver con la percepción de cómo va a encajar la muestra en el tema general y quién es políticamente útil en cada momento''.
También se aprovecha para definir a los curadores como que son los que “hacen que prestes atención a cosas que de otro modo no mirarías. Más aún, te acercan las obras de manera que produzcan una sensación vívida'', y se dice de ellos que pueden llegar a ser igual de competitivos que los coleccionistas en una sala de subastas.
Por último, creo interesante la preocupación que se expresa hacia el final del capítulo: ''La delgada línea entre el arte y el entretenimiento se desvanece lentamente. Es probable que ambos campos procedan cada vez más con las mismas estrategias. Tal vez los artistas estamos más ávidos de atención o de más fondos para nuestros proyectos.''
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